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No tiene por qué encajar. Como las piezas de un rompecabezas totalmente
incompleto que mi abuela dejó en la habitación cuando murió en el salón. Las piezas de
la poesía o de este amor.
El surrealismo es un poema más que esto. La intención de que las cosas no
encajen. Como si mi abuela hubiera masticado su rompecabezas antes de morir.
No como un gesto de desprecio por la naturaleza dispersa de la realidad. No
porque las piezas no fueran a encajar con el tiempo. Sino porque esta sería la única
manera de provocar una alianza entre lo muerto y lo vivo. Hacer de todo magia hacia lo
que llamaron Dios.
Darle vueltas. Destruir completamente las piezas. Construir a su alrededor.
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Agárrate al futuro. Con manos firmes. El futuro de cada vida póstuma, de cada
espíritu, de cada palabra a punto de ser mencionada.
No digas pon la belleza ahí por el pasado, a causa del pasado. A causa del pasado
nunca ha pasado nada.
Clávate a lo nuevo. Con pegamento, pégalo ahí continuamente lo que Dios y el
hombre ha creado. Tus dedos se adhieren al borde de lo que estás pegando.
Has dejado el club infantil donde el pasado importa. El futuro de tus palabras
importa. Ese futuro está continuamente en el pasado.
Esa desviación nos lleva a nuevas vías y al viaje. Sendero abajo hasta pasado el
futuro. Las palabras van nadando pasándote como si fueran peces azules.
Conejo Blanco celebra hoy este no-cumpleaños y publicará el poemario donde se incluye el "Libro de Texto", The Heads of the Town Up to the Aether, por vez primera en español, a lo largo de esta primavera.