martes, 14 de febrero de 2012

Elegías imaginarias


 Conejo Blanco # 2. 66 ejemplares.



II
Dios debe tener un gran ojo para ver todo
Lo que hemos perdido u olvidado. Los hombres decían
Que toda cosa perdida se queda en la luna
Sin ser tocada por otro ojo que el de Dios.
La luna es el gran ojo amarillo de Dios que recuerda
Lo que hemos perdido o jamás pensado. Por eso
La luna parece espectral y cruda en la oscuridad.
Es la instantánea de cada momento del mundo
Desnuda en ese terrible frío amarillo.
Es todas las cosas que que nunca vimos.
Es los dodos volando a través de las nieves
Que volaron de la Isla de Baffin a la punta de Groenlandia
Sin verse ni a sí mismos.
La luna es para los amantes. Los amantes se pierden
A sí mismos en otros. No se ven.
La luna sí. La luna ve.
La luna no es una cámara amarilla. Percibe
Lo que nunca fue, lo que deshace, lo que no pasará.
No es un ojo preciso con párpado de cristal y tapa: es vieja,
Lenta exposición infinita
Del negativo que no ha de ocurrir.
Teme al ojo viejo de Dios con su película de hielo
En lugar de sangre. Teme su inhumano vacío espejo
Atrayendo amantes.
Teme a la luna de Dios que hechiza y clava agujas
En muñecas perdidas. Témela por los lobos.
Por las brujas, la magia, lo lunático, los trucos de magia.

El poeta construye un castillo en la luna
De cristal y de piel muerta. Aquí máquinas maravillosas
Imprimen galletas de la suerte chinas llenas de amor.
                                                                                          Cartas de Tarot
Hacen el amor con otras cartas del Tarot. La agonía aquí
Es solo la puta de la hermana de la imaginación.
Este es el castillo atormentado por el sol que
Refleja. Da dada da.
Canta el castillo.
Da. No recuerdo lo que perdí. Dada.
La canción. Da. Cantaban los hipogrifos.
Da dada. El chico. Sus cuernos
Mojados de música. Dada.
No recuerdo. Da. Olvidado. Da
Dada. Infierno. Vieja cara de mantequilla
Que siempre se come a sus amantes.

El infierno existe de algún modo en la distancia
Entre lo recordado y lo olvidado.
El infierno existe de algún modo en la distancia
Entre lo pasado y lo que jamás ha pasado
Entre la luna y la tierra del instante
Entre el poema y el ojo amarillo de Dios.
Mira por la ventana a la luna de verdad.
Mira el cielo rodeado. Herido de rayos.
Pero mira ahora, en esta habitación, mira a los niños lunares
Lobo, oso y nutria, dragón, paloma.
Y mira ahora, en esta habitación, mira a los niños lunares
Volando, arrastrándose, nadando y ardiendo
Vacíos de belleza.
Oye cómo susurran.